Matrimonio
Basília del Santísimo Sacramento
14-XII 1976

Cuando, en su diálogo El Banquete, Platón se explaya maravillosamente sobre el ‘eros’, sobre el amor, afirma que éste es hijo de ‘Poros’, la riqueza y de ‘Penía’, la pobreza. Riqueza, porque es impulso embriagante, fuerza, ‘dínamis’, ímpetu de acción, motor de la vida, pujanza, ‘manía’ –en el sentido griego-. Pobreza porque busca lo que no tiene, se encamina al bien no poseído, es impulso que brota de una carencia, de un hambre, de un vacío que quiere colmarse.
E, indudablemente, que este segundo aspecto responde de modo más cabal al bastardo concepto del amor que vive nuestro mundo contemporáneo. Este mundo que desde hace cuatro siglos en permanente revolución viene demoliendo la civilización cristiana y, con ello, vaciando al hombre de las instancias supremas de amor para las cuales ha sido creado.
Hombre hecho para Dios, redimido y ennoblecido or la sangre de Cristo, estirpe cuasi divina, obligado a curavrse hacia objetivos puramente mundanod y, a pesar de la falsa apología de la dignidad humana que se pregona hasta el hartazgo desde los foros internacionales y nacionales de la politiquería demagógica, degradado de su primigenia y auténtica dignidad cristiana, rebajado a la categoría de simio más o menos evolucionado, comprados y dirigidos sus instintos por las propagandas más bastas, atiborrado de los abalorios inconsistentes de los supermercados consumíticos,